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No miro atrás, perdono pero no olvido

Y pasó como si nada. Se encontraba caminando frente al lugar donde le dijeron que no había cura para su enfermedad. Lugar que ahora curaba otro tipo de enfermedades, enfermedades del alma. A dos cuadras más adelante se encontraba el café-bar que alimentaba su existencia de placer. Entró y lo primero que hizo fue pedir el tinto americano que tanto le llenaba el alma. Seguido de esto, sacó su celular para rectificar la hora. Encendió un cigarrillo mientras escuchaba de fondo una canción que coreaba “cha cha cha”. Sonrió y se sonrojó.   Llegó el mesero, quien con un poco de picardía y nervios le entregó su pedido. “ Quiero morirme de manera singular ” sonaba en los amplificadores replicando a César Mora. Mientras saboreaba su tinto americano la pareja que se encontraba en la mesa del frente se dedicaba a cuchichear. El hombre, asumía ella, era feo debido a la anchura desproporcionada de su espalda. Y la mujer, ama de casa debido a la torcedura en sus dedos y venas varices. La vida